El Bosque de Chapultepec Corazón cultural de la Ciudad de México, el parque urbano más antiguo de América y el más extenso del país. Es visitado por 15 millones de personas al año y 200 mil visitantes cada fin de semana. Con 686 hectáreas representa el 52% de las áreas verdes de la ciudad y a través del bosque se recargan los mantos acuíferos de la misma. Las grandes ciudades se han organizado de tal modo que se puede ir a un parque y encontrarse con un campo en miniatura. Esta dualidad entre espacios naturales y urbanos ha sido motivo de discusión sobre la importancia de configurar espacios públicos con este tipo de condiciones. Además de generar conexiones con la naturaleza, los grandes parques metropolitanos generan nociones de tiempo y vínculos interpersonales en la medida en que se elaboran desde una pequeña ruptura con lo cotidiano. Esta ruptura se realiza desde experiencias cercanas a la condición pública del espacio, al imbricarse con una de las formas en que desde lo urbano se imagina la naturaleza: lo arbolado, lo verde, y más aún, su relación con la tecnología. 

Con la finalidad de incorporar nuevas áreas verdes, recuperar el Bosque de Chapultepec y devolver el mismo bosque a la ciudad, el parque tecnológico plantea un edificio que se vuelve topografía, una misma experiencia entre exterior e interior donde los accesos son cortes quirúrgicos para identificar distintos elementos del programa arquitectónico. Más allá de un museo para educar, se establece un Instituto de Energía, una vitrina que funciona como laboratorio para demostrar las distintas generaciones de energía, sus aplicaciones y repercusiones. Una nueva topografía que recupera el área natural del parque, una nueva identidad para renovar el edificio existente como laboratorio vivo y una serie de secuencias y recorridos para crear un museo cuyo alcance trasciende para convertirse en parque tecnológico.